El periodo romano llegó a su fin en el siglo V debido a las invasiones germánicas. Los visigodos, que fueron el grupo invasor dominante en la península ibérica, establecieron un reino unificado con su capital en Toledo. Un sitio notable en la región es Recópolis, también conocida como la Ciudad de los Reyes, una ciudad fundada por el rey visigodo Leovigildo en el año 578. Se encuentra aproximadamente a 15 kilómetros de Albares, ubicada en el Cerro de la Oliva cerca de Zorita de los Canes.

Extensión del Reino Visigodo hacia principios del siglo vi.

Final de la Edad Media

Albares, asentamiento relevante desde el siglo XII

Vídeo: Albares, un viaje en el tiempo

Fue al finalizar el siglo XII cuando Albares emergió por vez primera en documentos históricos, reconocido como un asentamiento de relevancia dentro del alfoz o tierra de Almoguera. Hasta el final del siglo XV, fue una aldea bajo la administración de Almoguera, la cual era la villa principal de la zona.

El alfoz de Almoguera estaba compuesto por los actuales pueblos de Albares, Almoguera, Brea de Tajo, Drieves, Mazuecos, Mondéjar y Pozo de Almoguera así como por los despoblados (en otros tiempos pequeñas aldeas) de Valdeolmeña, Fuentespino, Fuembellida, Santiago de Vilillas, Anos, Conchuela, Santa Cruz y Aradóñiga.

Un evento crucial en los primeros tiempos de la historia de Albares, y tal vez en el origen de su fundación, fue el establecimiento de la Orden de Calatrava en las áreas de Zorita y Almoguera. La importancia estratégica de este lugar llevó a los reyes de Castilla a instalar aquí la orden militar para defender la frontera contra los almorávides primero y los almohades después, como lo demuestra la incursión almohade en Huete en 1172. En el año 1175 el alfoz o tierra de Almoguera es entregado a la Orden de Calatrava y en el año 1187 el papa Gregorio VIII confirma las posesiones de la Orden de Calatrava «castellum Almoguera cum portaticis quintis aldeis et pertinentiis suis».

Albares, propiedad real dentro del alfoz de Almoguera en el siglo XIII

En el siglo XIII, Albares y el alfoz de Almoguera se convirtieron nuevamente en propiedad de los reyes castellanos. Esto significó que la tierra de Almoguera, incluyendo sus villas y aldeas, pasó a ser parte del dominio real.

Hacia 1295, Mondéjar se independizó de la tierra de Almoguera cuando el rey Fernando IV la otorgó a la familia Biedma.

Mientras Albares estuvo bajo el control directo de la corona, la región experimentó un desarrollo político significativo, como lo demuestra el envío de representantes a las cortes de Burgos en 1315 y la obtención de privilegios especiales de los reyes, incluyendo el Fuero Real de Alfonso X en 1250 y los privilegios de Sancho IV en 1285, confirmados por Alfonso XI en 1331.

En este contexto de auge, las aldeas y la villa de Almoguera se van a enfrentar, incluso de manera directa, con el Concejo de la Mesta pues los vecinos del alfoz se oponían al paso de los ganados de la Mesta por la Cañada Galiana que atraviesa nuestra tierra uniendo las sierras de Soria con Extremadura. Son numerosos los testimonios de enfrentamientos con los pastores y los robos de ganado por parte de los vecinos de estos pueblos. Este contexto de auge político y económico concluye a mediados del siglo XIV. En esta época, el alfoz de Almoguera va a sufrir, al igual que el resto del mundo occidental, una gran crisis económica y demográfica provocada principalmente por la peste (bubónica o negra). Esta crisis va a ir acompañada en la tierra de Almoguera de un nuevo cambio político muy significativo pues en el año 1344 el rey de Castilla va a cambiar con la Orden de Calatrava, la tierra de Almoguera por las tierras de Cava y Saravia. Albares y el resto del alfoz, al pasar a la Orden de Calatrava de nuevo y al dejar por tanto de ser de realengo, vieron disminuida su autonomía y el grado de maniobrabilidad alcanzado; no obstante, el poder al que se llegó durante la etapa de realengo permitió a la zona mantener cierta independencia respecto a la orden, así como conseguir que Pedro I de Castilla en el año 1353 y Juan I en el año 1379 confirmaran los privilegios antes citados.

La Orden de Calatrava llegó a ser muy poderosa en la región, especialmente en términos económicos. Por un lado, acumulaban riqueza a través de los variados y abundantes impuestos que cobraban. Por otro, los comendadores de la orden adquirieron extensas áreas de tierra, incluyendo campos de cultivo y pastizales. Este poder a menudo resultaba en abusos por parte de los caballeros de la orden en el alfoz. En Albares, una propiedad notable de 39 hectáreas también cayó bajo el control de la orden.

La crisis demográfica de mediados del siglo XIV tuvo como principal efecto en la tierra de Almoguera una notable reducción de habitantes. Esto llevó a que, durante esos años y los siguientes, varias aldeas perdieran a todos sus residentes y quedaran abandonadas. Las aldeas que se despoblaron fueron Valdeolmeña, Fuentespino, Fuembellida, Conchuela, Anos, Santiago de Vilillas, Santa Cruz y Aradóñiga. Esta situación tuvo en los siglos posteriores importantes repercusiones para Albares y para los demás pueblos del alfoz con la creación de la Mancomunidad para el uso común de los pastos de los términos despoblados. Esta Mancomunidad, más conocida popularmente como La Común, fue creada en el año 1506 y, tras un breve periodo en el que se disolvió, fue reconocida como entidad jurídica el 13 de octubre de 1917. La extensión de los pastos de la Mancomunidad se asigna para su aprovechamiento en la siguiente proporción: Brea, 6 partes; Almoguera, 6 partes; Albares, 5 partes; Driebes, 4 partes; Mazuecos, 2 partes; Pozo de Almoguera, 1 parte.

En el año 1409, todos los lugares del alfoz de Zorita y Almoguera constituyeron una hermandad para protegerse mutuamente en las guerras internas de la Orden de Calatrava. Aprovechando estos momentos de conflictividad, los concejos de todas las aldeas del alfoz de Almoguera fueron cobrando protagonismo y afán de autonomía. Ni la Orden de Calatrava ni el concejo de la villa de Almoguera consiguieron detener su toma de posición. En el alfoz de Zorita, ante el debilitamiento de la villa de Zorita de los Canes, todas sus aldeas consiguieron alcanzar el villazgo.

Albares se convirtió en villa en 1462.

En el alfoz de Almoguera, la villa de Almoguera logró mantener el control, pero Albares, una de sus aldeas, logró independizarse y convertirse en villa en el año 1462. Este acontecimiento es notable, y un dato crucial para entenderlo es el valor de las alcabalas (impuestos pagados al fisco de Castilla por transacciones comerciales) en ese momento. En 1501, las alcabalas de Albares ascendían a 49.031 maravedíes, casi el doble de las alcabalas pagadas por Almoguera en el mismo año (24.297 maravedíes). Este ascenso económico en el siglo XV probablemente contribuyó a la independencia de Albares.

El nombramiento oficial de Albares como villa ocurrió el 18 de febrero de 1462, realizado por D. Pedro Girón de Acuña Pacheco, maestre de la Orden de Calatrava. Posteriormente, este nombramiento fue confirmado por los maestres D. Rodrigo Téllez Girón y Fray García López de Padilla, así como por los Reyes Católicos en Medina del Campo y por Carlos V en Madrid.

La Edad Moderna

Con la llegada del siglo XVI, Albares entra en la Edad Moderna. Aunque los datos de esta época son escasos, los que tenemos son significativos. Destacamos que la villa de Albares se independizó definitivamente de la Orden de Calatrava, a la que había pertenecido.

A principios del siglo XVI, Albares estuvo bajo el dominio de los marqueses de Bujeda, pero esta situación no duró mucho. En tiempos de Carlos I de España y V de Alemania, mediados de siglo, Albares fue separado de los marqueses e incorporado a la Corona Real de España. Este periodo de realengo fue breve, ya que poco después, Albares pasó a formar parte de las posesiones de la influyente familia Mendoza, junto con la villa de Mondéjar y la tierra de Almoguera. Don Luis Hurtado de Mendoza, Conde de Tendilla y primer Marqués de Mondéjar, fue quien adquirió estas tierras. De esta época datan las pinturas murales descubiertas en una casa de la calle San Pedro, reflejando la pertenencia de la villa a los Mendoza.

La vida cotidiana tradicional de Albares, basada en la agricultura y la ganadería, se mantuvo hasta finales del siglo XIX. El siglo XX trajo consigo innovaciones que transformaron todos los aspectos de la vida, poniendo fin a esta forma de vida tradicional.

Los productos agrícolas predominantes provenían de las tierras de secano, con cultivos de cereales (trigo, cebada, avena y centeno), leguminosas (garbanzos, lentejas) y plantaciones de vid y olivo. La vid ocupaba más terreno hasta que la filoxera devastó las viñas a finales del siglo XIX.

Los terrenos de regadío, más limitados, se encontraban en las vegas de los valles de Albares y Aradóñiga, donde se cultivaban hortalizas y cáñamo. Albares fue un importante centro productor de cáñamo de Guadalajara hasta mediados del siglo XX. La importancia del cáñamo se refleja en el nombre local ‘cañamar’ para las huertas. Los sistemas de riego por turno, ‘la vez’, se establecieron desde antiguo para irrigar las huertas y cañamares durante la sequía estival.

La ganadería, especialmente la ovina y caprina, ha sido fundamental en la historia de Albares y sigue siendo relevante en la región. Aunque en el pasado también había vacas, bueyes y cerdos, así como animales de tiro como mulas, asnos y caballos.

La diferencia entre agricultores y ganaderos en Albares no era muy marcada, ya que la mayoría de los vecinos poseía tanto tierras de cultivo como animales domésticos. La práctica de la dula, donde un dulero apacentaba el ganado comunal en tierras municipales, era un reflejo de la organización colectiva de la época medieval.

Además de la actividad agropastoril, Albares contaba con una notable actividad industrial y artesanal en los siglos XVI y XVIII, con telares, molinos de aceite, hornos de pan, y una variedad de artesanos, lo que indica una economía diversificada que entró en declive en el siglo XIX.

La economía de autoconsumo predominaba, con intercambios comerciales limitados a mercados y ferias locales, como los de Mondéjar y Pastrana, y la feria de Santa Cruz en Almoguera, que data del año 1301.

En cuanto a la población, la mayor parte de los vecinos de Albares eran ‘ommes buenos’, término que designaba a los campesinos y artesanos cristianos más o menos acomodados. El número de nobles era muy escaso, no superando el número de diez. Estos pertenecían a las clases más bajas de la nobleza, conocidos como hijosdalgos o hidalgos, que vivían de sus escasas rentas, ya que su condición les impedía trabajar.

Las casas eran muy rústicas, construidas con madera tosca en el entramado de las paredes y techumbres, y con gruesos muros de materiales locales como pedernal y yeso. Las pequeñas y escasas ventanas, junto con la estructura de las casas, las hacían frescas en verano y templadas en invierno. Además, estaban adaptadas a la vida rural, con estancias para la vivienda humana, otras para los animales y algunas que servían como granero o almacén.

Aparte de las construcciones particulares, destacaban en Albares las construcciones religiosas desde muy antiguo. La principal es la Iglesia de San Esteban, de los siglos XVI y XVII, que probablemente fue construida sobre otra iglesia más antigua. La grandiosidad de nuestra iglesia refleja la importancia social y económica que Albares tuvo en esa época. Otras edificaciones religiosas, algunas ya desaparecidas, incluyen las ermitas de San Sebastián, San Cristóbal, Santa Catalina, Santa Bárbara, la Virgen o Santa María, Santa Ana, la Concepción y San Antonio de Padua. Estos edificios se situaban en cerros elevados o en las entradas o salidas del pueblo, marcando los límites del municipio. El Cerro de las Cruces, con su viacrucis que culmina en el Calvario, es otro lugar religioso de gran importancia.

La ermita de San Antonio de Padua, del siglo XVIII, comenzó como un humilladero asociado a la capellanía de la ermita de Santa Ana. Las festividades de Santa Águeda, San Gabriel Arcángel y San Antonio de Padua, este último patrón de la villa, son celebraciones destacadas en Albares. Además, existen datos de un hospital junto al templo de San Esteban y de un coso taurino, que coincide con la actual plaza de toros y que se conservaba en estado deplorable a mediados del siglo XIX.